sábado, 28 de mayo de 2011

Esta semana me dediqué a putear mentalmente a toda la gente que subía al Transantiago sin pagar el pasaje.

Claro que pensaba...Marisol y por qué no lo dices en voz alta y marcas la diferencia? Porque por lo visto, el usuario regular del transporte público no es capaz de alzar la voz.

Tuve dos oportunidades, pero la verdad declinaba a última hora...

El viernes en la mañana, después de salir de mi casa, rumbo al trabajo y tras el transbordo en 11 de Septiembre, paro la 503, que llega a Tobalaba donde me bajo y camino. (Hay que caminar, hace bien).

 Levanto mi dedo indice y detengo Transantiago 503, se abre la puerta y raudamente se cuela una poco educada pasajera. Me subo después de ella, le digo buen día al conductor (ser amable, no cuesta nada), pago y me quedo al lado del "validador" que creo es como le llaman a esa cosa plástica amarilla.
Miro a mi alrededor y esta señora que se había colado frente a mi al tomar la 503, pasados 2 minutos ya,  aún no procedía con el pago de su pasaje. Fue en ese momento, que me senti deslizar por un resbalin del placer; era la hora.
Me antecedió un leve orgasmo para después decir: Señora, se le olvidó pagar su pasaje. Me queda mirando y sintiéndose atrapada, saca de su bolsillo la tarjeta y la pasa por el validador, para después pedirme permiso e irse al fondo del bus.

Sonrío.

 Aquí viene lo curioso.
Ni pasado un minuto se acercó una señora desde atrás, me tocó el hombro y me pasó su tarjeta Bip. Me saque los audifonos para escuchar si es que me decía algo, sin embargo sólo me apuntó la cosa amarilla de plástico para que le pagara su pasaje. Lo hago, le devuelvo su Bip, me agradece, le agradezco y vuelvo a ponerme los audífonos.

Plop!

¿Habrán pensado que era una fiscalizadora encubierta?

No hay comentarios:

Publicar un comentario